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Geografía
PAÍSES
Portugal - 2ª parte
ortugal casi ha doblado su número de habitantes a lo largo del s. XX, aunque este considerable crecimiento no se ha dado de forma continuada, sino intercalando incluso etapas de total estancamiento (en la segunda década del siglo y en los años 60 y 70). Desde principios de siglo, Portugal ha experimentado un descenso de la natalidad (30 a inicios del siglo y 11,0 en 1988), y un espectacular descenso de la mortalidad infantil (de 126 en 1940 al 13,1 actual). Puede decirse que en el país se ha dado, en comparación con la mayoría de países de Europa occidental, una lenta transición demográfica, pero muy acelerada en los últimos años, hasta alcanzar el nivel de los estándares europeos o incluso superarlos: el índice de fecundidad era en 1988 más bajo que el de Francia o los Países Bajos. De hecho, son unas pautas muy similares a las de los países del arco mediterráneo europeo. Pero la dinámica demográfica de Portugal ha estado determinada, a lo largo de todo el siglo, por un factor fundamental: los movimientos migratorios.
Desde finales del s. XIX empezaba a producirse en el país una elevada emigración, que alcanzó a principios del siglo actual la altísima cifra de 80 000 salidas anuales (sobre poco más de 5 000 000 de habitantes, lo que supone más del 1 % de la población). El destino de estos contingentes migratorios fue principalmente Brasil. El fenómeno fue interrumpido durante el período de la Primera Guerra Mundial y se reanudó a partir de 1920, manteniéndose, a un ritmo sensiblemente inferior, hasta 1950. Durante los años 60 el fenómeno no disminuyó, pero sí cambió la orientación básica de los emigrantes: dejaba de ser ultramar para pasar a ser Europa occidental, especialmente Francia. En 1966 se alcanzó el récord de 120 000 salidas. La crisis económica mundial de los años 70 supuso un freno a la emigración, aunque continuó existiendo, en muchos casos de forma clandestina. La cifra de 74 600 salidas anuales de media en el período 1965-74 se había reducido a tan sólo 23 500 entre 1974 y 1983. Así, a mediados de los años 70 se calculaban en unos 3 000 000 los portugueses residentes fuera de sus fronteras (sobre unos 9 000 000 de población total). Pero en esa misma época las tendencias migratorias sufrieron importantes variaciones: un gran número de emigrantes retornaban de Europa y, sobre todo, se daba una súbita repatriación de portugueses residentes en las colonias africanas (Angola y Mozambique), tras su independencia en el año 1975; se calcula que más de 700 000 ex-colonos retornaron a su país de origen.A pesar de la vastedad de sus posesiones en ultramar, Portugal tuvo siempre una escasísima entrada de población autóctona de estos territorios, manteniéndose por ello una gran homogeneidad en la población portuguesa. La actual estructura poblacional del país se encuentra aún claramente condicionada por esta histórica movilidad migratoria: la tasa de masculinidad es especialmente baja (la emigración era llevada a cabo, en general, por hombres), y hay una acusada debilidad en los grupos de edad más afectados por el fenómeno migratorio. La población portuguesa es todavía moderadamente joven, con un 21 % de la población menor de 15 años (sólo superado en la CE por Irlanda), pero el progresivo descenso de la natalidad y el rápido incremento de la esperanza de vida están originando una tendencia al envejecimiento. La distribución de la población por el territorio es muy desigual.
Existe una clara descompensación entre el N y el litoral en relación al S y al Portugal interior. Las mayores densidades, muy superiores a la media estatal, se dan en el N litoral, entre Lisboa y la frontera del Miño, y muy especialmente en torno a los grandes núcleos de Lisboa y Oporto, que han capitalizado la mayor parte del crecimiento demográfico portugués. Al S de Lisboa sólo destaca el área de la ciudad de Setúbal (de hecho, se considera integrada en la zona metropolitana lisboeta) y, en menor medida, el litoral del Algarve. En el interior del país existe un gran vacío demográfico, con densidades inferiores a los 50 h/km2. Esta irregular distribución de la población explica también la existencia de una red urbana territorialmente desequilibrada, hecho acentuado en las últimas décadas, con el mismo contraste entre el litoral y el interior, como el N y el S del país: un 73 % de las ciudades portuguesas se localiza al N del Tejo, y la mayoría se encuentran próximas al litoral.Las áreas más desurbanizadas se encuentran en el S (distritos de Évora y Beja) y el NO (distritos de Guarda y Braganza), mientras que las mayores agrupaciones urbanas se sitúan en torno a los grandes núcleos Oporto-Braga y Lisboa-Setúbal. Con 1 100 000 habitantes, el área metropolitana de Oporto engloba 10 núcleos urbanos de distintos tamaños, y acoge el 11,3 % de la población portuguesa. Por su parte, la aglomeración de Lisboa, con 2 500 000 habitantes, agrupa a las 23 ciudades de su distrito más 12 ciudades del distrito de Setúbal; ello significa el 25,5% de la población total del país y casi la mitad de sus ciudades, la mayoría de las cuales, además, se ubican en el entorno inmediato de la capital, confundiéndose con sus barrios periféricos. Estas cifras dan una clara idea de la composición de la red urbana del país lusitano: las exageradas dimensiones de Lisboa indican un caso de macrocefalia, contrarrestado muy de lejos por la aglomeración metropolitana de la capital del Douro, Oporto, y con una casi inexistencia de centros urbanos medios.
Con Lisboa en la cumbre de la jerarquía urbana, la capital y las pocas ciudades importantes de ámbito regional o nacional se encadenan directamente con un abundante número de centros de pequeña dimensión, generalmente capitales de distrito. Pero, además de la desigual distribución territorial de la población, esta debilidad de la red urbana se explica también por el bajo nivel de urbanización que presenta el país: mientras algunos estados de la CE mantienen tasas de urbanización superiores al 80 %, Portugal escasamente supera el 30 % de población urbana. El proceso de urbanización moderna del país es tardío, a pesar de contar con una rica historia urbana y con ciudades de creación muy antigua.En 1911 el porcentaje de población urbana era sólo del 16 %, en 1950 se había incrementado hasta el 19,6 %, y en 1970 hasta el 22,6 %. A partir de la década de los 70 este índice ha intensificado su crecimiento hasta alcanzar el 31 % actual, lo que indica la dinámica de transformación en que aún se haya sumida la sociedad portuguesa.